jueves, 18 de diciembre de 2014

El reloj de arena

Atrapada estaba en el reloj de arena, los granos caían sobre su cabeza sin cesar, no había por dónde escapar.
Pronto se quedaría sin espacio y por tanto sin aire para respirar. Las paredes de cristal comenzó a golpear; cada vez más fuerte, cada vez más fuerte. La rabia y el miedo le impedían parar. Cada vez más fuerte, cada vez más fuerte. Al final el cristal se resquebrajó y cuando el reloj se rompió, ella de la pesadilla despertó. Entonces solo alivio sintió. Más al ver su reflejo en el espejo, la desesperación le invadió de nuevo. Cuando se fue a dormir era joven y lozana, ahora era vieja y arrugada. Y entonces fue cuando comprendió que en cualquier lucha contra el tiempo, él siempre sería el campeón. 

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