domingo, 4 de enero de 2015

Cuento de navidad

Escuchad queridos míos, lo que aconteció una noche en las calles de Madrid. Un padre acostó a sus hijos en la cama para dormir. Era un día importante, 5 de enero, cosas maravillosas habrían de ocurrir. 
Sin embargo, el padre desesperado al frío de afuera hubo de salir, pues sin trabajo y sin dinero habían entonces de vivir. ¡Qué regalos les daría a los hijos que tanto quería, si ni siquiera tenía monedas para comprar el roscón que asomaba en el escaparate de la tienda! Rebuscando y rebuscando en la basura, se pasó la noche entera. Y cuando ya despuntaba el alba y creyendo que volver a casa debería con las manos vacías, pasó por allí un hombre de Rwanda, Uganda o Tanzania cargando una enorme y llena manta. Viendo al padre que tanto clamaba, acercósele preguntando por qué lloraba. El hombre entre sollozos contó sus desgracias, el trabajo perdido, la casa casi embargada, la mujer accidentada y los tres niños que lo esperaban. Entonces el desconocido, apiadándose de él, abrió su enorme manta y tres regalos preciosos sacó del fondo de la sábana, destinada a estar expuesta con sus tesoros en alguna calle destartalada. El padre, anonadado aceptó los tres juguetes, y lleno de júbilo y gratitud abrazó al desconocido, saliendo pitando hacia su casa para exponer los tres tesoros en la entrada. Al doblar la esquina se volvió para decir adiós una vez más, a contraluz, una figura con corona engastada y capa aterciopelada le pareció vislumbrar, y entonces ya no vio nada más. 

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