No sé si habréis leído la novela de Love Story, la cual ya tiene su propia
adaptación al cine, o si habréis visto la película Un paseo para recordar. Extrañamente tienen un parecido
excesivamente similar.
(ATENCIÓN SPOILER) La historia en base es la
de dos jóvenes que se encuentran, comienzan a conocerse y, tras resolver varios impedimentos, finalmente
se enamoran. Un amor auténtico, fiel, sincero. ¿Qué pasa? Que no podía ser todo
tan feliz y al tiempo se descubre que la chica padece una enfermedad terminal
para la que ya no hay tratamientos.
Con un panorama un tanto más moderno y una
perspectiva más de adolescentes, Un paseo
para recordar es casi una copia exacta de Love Story. Incluso copian el desarrollo de una trama secundaria,
que es la de las malas relaciones que el protagonista pasa con su padre, al que
luego acude en búsqueda de consuelo.
Es cierto que la película, con respecto al
libro, es mucho más ñoña y sensiblera (lo cual bajo mi punto de vista no es
motivo de alarde) quizás por ese ambiente de instituto y por la influencia de
las películas americanas que van del primer amor entre otras cosas. Es más,
comienza el film y piensas que será otra nueva americanada más, en la que chico
conoce chica se enamoran y al final acaban juntos, siendo felices y comiendo
perdices.
Aprovecho esta crítica también para recalcar
la falta de imaginación que hay últimamente. Porque no sé si os habréis dado
cuenta, pero el caso es que a lo mejor existen unos veinticinco modelos de
guiones diferentes y cada uno de ellos es repetido una y otra vez, y otra y
otra…
Con esto tenemos miles de películas todos los
años prácticamente iguales. Y la cosa no es que esté todo inventado, sino que
hacen los productos para venderlos, y no es fácil arriesgarse con algo nuevo
cuando no estamos seguros de si calará en la población. Es mejor, para las
productoras, ir a lo seguro y hacer un producto estándar, nada que se considere
fuera de lo común o alternativo.
Love Story ha tenido un gran éxito desde su
lanzamiento en 1970. Aún hoy seguimos
adquiriendo el libro y viendo la película, aunque sea por el conocimiento del
boca a boca. Como consecuencia de ello no es de extrañar que haya otras
producciones que siguen su estela y reproducen el esquema de una historia de
amor que termina por la enfermedad y muerte de alguno de sus componentes.
Y esto no solo lo vemos en Un paseo para recordar, hay muchos otros
ejemplos que la imitan como Amor y otras
drogas o Noviembre dulce, y como
estas unas cuantas películas más. Cada
una de ellas con una evolución o unos detalles diferentes, pero que en esencia
son lo mismo.
Es una situación que se da en todos los
géneros y estilos que consume el gran público. Y es ahí donde reside el problema.
Nos quejamos muchas veces de que echen la “misma basura de siempre”, pero es
que esto es así porque es lo que al final acabamos demandando nosotros, el
público, los espectadores. Si no es la audiencia la que demuestre tener nuevos
gustos, las productoras de cine no se van a preocupar en desarrollar nuevos
géneros o esquemas.
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