lunes, 11 de febrero de 2013

Un musical sublime


Nunca pensé que diría esto de un musical, y menos de uno en el que están casi tres horas cantando sin parar, sin apenas una sola palabra hablada. Sin embargo, he de admitir que el film de Los Miserables es sublime. Te atrae todo, desde la trama a la música, pasando por la caracterización del ambiente y los personajes.
La trama no difiere mucho de la obra de Víctor Hugo de 1862, pero es que en sí, la novela ya da un gran juego con el que trabajar. Dividida en diversos volúmenes, cada uno se refiere a un personaje con los que se va uniendo el destino de Jean Valjean (Hugh Jackman), convicto que intenta reintegrarse en la sociedad dejando a un lado su verdadera identidad y su pasado como preso. Ambas cosas que le dificultaban enormemente la existencia.
En toda esta huida habrá un solo hombre que le perseguirá hasta los confines del mundo sin descanso y que marcará cada uno de los pasos que dé el protagonista. Javert (Russell Crowe). Los dos enemigos que se encontrarán continuamente y darán pie a ese constante debate sobre el bien y el mal.
A partir de ahí se avendrán todos los otros grandes personajes del musical, cada uno con una historia diferente en relación a Jean Valjean. Fantine (Anne Hathaway), obligada a una vida de pobreza y prostitución por el único motivo de tener una hija sin marido, convirtiéndola así en una mujer de poca confianza. Tirada y sacada del arroyo por el propio Jean Valjean.
Cosette (Amanda Seyfried), hija de Fantine y a la que se une el destino de Jean Valjean cuando este decide acogerla bajo su cuidado como deber para con su madre. Marius (Eddie Redmayne), enamorado de la joven, al que salva la vida al alejarlo de entre las barricadas que se crean tras la muerte del general Lamarque.
Todos con su destino ligado al de Jean Valjean, debiendo su vida o su muerte a sus acciones y decisiones. Y bajo este argumento de historias personales, enormemente intrincadas, descansa la defensa de los oprimidos más allá de cualquier época o lugar.
La caracterización del ambiente y los personajes no tiene parangón. Ambientada en la época de la Revolución francesa, más concretamente en la Rebelión de junio de 1830, representa la miseria de las clases bajas, la suciedad de París, la mendicidad, los pobres, los sin nombre, las calles intrincadas, los altos principios de los jóvenes, que intentan imitar a los héroes del pasado… todo bajo la indiferente mirada de los que ocupan el más alto puesto en la pirámide que forma la sociedad francesa del siglo XIX. Es básicamente extraordinario.
Por último he mencionado la música. Ciertamente no entiendo mucho de este aspecto por lo que una crítica de la misma sería una hipocresía por mi parte. Pero si he de fiarme de mis oídos considero que es fantástica, no solo porque suena bien (lo cual es quedarse claramente corto), sino porque te llega al corazón. La letra, además, no solo se corresponde con el diálogo de los personajes sino que te hace preguntarte sobre temas como los grandes valores, el bien y el mal, la libertad, la tiranía… Además, qué sería de un musical, si su música no fuese buena...
En sí es la película la que te hace cuestionarte todas estas cosas, por lo que no es de extrañar que haya habido tantas adaptaciones al teatro y al cine en el último siglo. Pero es que esta última es soberbia. Casi no hay palabras para describirla, por ello os encomiendo a que la veáis cuando podáis.




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