Nunca pensé que diría esto de un musical, y
menos de uno en el que están casi tres horas cantando sin parar, sin apenas una
sola palabra hablada. Sin embargo, he de admitir que el film de Los Miserables es sublime. Te atrae
todo, desde la trama a la música, pasando por la caracterización del ambiente y
los personajes.
La trama no difiere mucho de la obra de
Víctor Hugo de 1862, pero es que en sí, la novela ya da un gran juego con el
que trabajar. Dividida en diversos volúmenes, cada uno se refiere a un personaje
con los que se va uniendo el destino de Jean Valjean (Hugh Jackman), convicto que intenta
reintegrarse en la sociedad dejando a un lado su verdadera identidad y su
pasado como preso. Ambas cosas que le dificultaban enormemente la existencia.
En toda esta huida habrá un solo hombre que
le perseguirá hasta los confines del mundo sin descanso y que marcará cada uno
de los pasos que dé el protagonista. Javert (Russell Crowe). Los dos
enemigos que se encontrarán continuamente y darán pie a ese constante debate sobre
el bien y el mal.
A partir de ahí se avendrán todos
los otros grandes personajes del musical, cada uno con una historia diferente
en relación a Jean Valjean. Fantine (Anne Hathaway), obligada a una vida de
pobreza y prostitución por el único motivo de tener una hija sin marido,
convirtiéndola así en una mujer de poca confianza. Tirada y sacada del arroyo
por el propio Jean Valjean.
Cosette (Amanda Seyfried), hija
de Fantine y a la que se une el destino de Jean Valjean cuando este decide
acogerla bajo su cuidado como deber para con su madre. Marius (Eddie Redmayne),
enamorado de la joven, al que salva la vida al alejarlo de entre las barricadas
que se crean tras la muerte del general Lamarque.
Todos con su destino ligado al de
Jean Valjean, debiendo su vida o su muerte a sus acciones y decisiones. Y bajo
este argumento de historias personales, enormemente intrincadas, descansa la
defensa de los oprimidos más allá de cualquier época o lugar.
La caracterización del ambiente y
los personajes no tiene parangón. Ambientada en la época de la Revolución francesa,
más concretamente en la Rebelión de junio de 1830, representa la miseria de las
clases bajas, la suciedad de París, la mendicidad, los pobres, los sin nombre,
las calles intrincadas, los altos principios de los jóvenes, que intentan
imitar a los héroes del pasado… todo bajo la indiferente mirada de los que
ocupan el más alto puesto en la pirámide que forma la sociedad francesa del
siglo XIX. Es básicamente extraordinario.
Por último he mencionado la
música. Ciertamente no entiendo mucho de este aspecto por lo que una crítica de
la misma sería una hipocresía por mi parte. Pero si he de fiarme de mis oídos
considero que es fantástica, no solo porque suena bien (lo cual es quedarse
claramente corto), sino porque te llega al corazón. La letra, además, no solo
se corresponde con el diálogo de los personajes sino que te hace preguntarte
sobre temas como los grandes valores, el bien y el mal, la libertad, la tiranía… Además, qué sería de un musical, si su música no fuese buena...
En sí es la película la que te
hace cuestionarte todas estas cosas, por lo que no es de extrañar que haya
habido tantas adaptaciones al teatro y al cine en el último siglo. Pero es que
esta última es soberbia. Casi no hay palabras para describirla, por ello os
encomiendo a que la veáis cuando podáis.
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