Aquel día vimos Panamá, la capital. Y por
primera vez desde que llegamos estuvimos todo el día a nuestra bola. Desde que
nos levantamos nos encontramos solas en la casa. Lo que aprovechamos para comer
un abundante desayuno (quizás hasta nos pasamos un poco). Pero bueno, era
necesario. Necesitábamos fuerzas para aguantar toda la jornada.
Una vez terminada la visita al canal que
incluyó también un vídeo (de lo más poco realista) y un pequeño museíto,
cogimos el City Sightseeing (el típico autobús rojo de turistas) para seguir
viendo la ciudad.
La tercera parada fue el Casco Antiguo. Allí pasamos
más de cuatro horas. Había mucho que ver y muchas calles que recorrerse. Básicamente
lo que visitamos fueron iglesias. Muy bonitas, todas de piedra, más parecido a
lo que estamos acostumbrados a ver por aquí. Pero lo mejor fue otro museo que visitamos,
en el que sí que estaba muy bien explicado, no solo el origen y la historia del
canal, sino también el propio origen e historia del estado panameño. Había una
planta entera dedicada solo a fotografías, ordenadas de forma cronológica,
desde las primeras se hicieron hasta las más recientes. Además, incluso el
mismo edificio era digno de admiración. Era como entrar en uno de esos de las
películas, como “Noche en el Museo”. Con escaleras de madera y grandes cristaleras
haciendo de ventanas. Precioso.
Una vez visto el museo y un par de cosas más,
nos permitimos comer, también abundantemente (tacos, quesadillas y ensalada
césar). Pero lo mejor es que lo hicimos a las tres de la tarde. Eso es,
recuperando ya los horarios españoles, no fuese a ser que al volver nos
adaptásemos mal.
Ya para entonces regresamos a casa (algo que
fue bastante difícil porque no pasaba ningún taxi, y los que lo hacían o iban
llenos o directamente ni paraban). Finalmente conseguimos llegar a la Ciudad
del Saber, lugar donde se encontraba la casa de Carlos e Inma, que nos habían
acogido.
Nos duchamos, nos preparamos y salimos a
cenar con un amigo de Teresa que está trabajando en la ampliación del canal. Y notición,
por fin, en dicha cena, llegamos a probar la yuca. Que rica. Me atrevería a
decir que me gusta incluso más que la patata. Y así, con la tripa llena y el
gusto satisfecho acabamos nuestra gran aventura por Panamá (la ciudad, que en
el país aún nos quedaba un día).
No hay comentarios:
Publicar un comentario