Orgullo y
prejuicio es
una obra de Jane Austen, que fue publicada por primera vez el 28 de enero de
1813. Se trata de una de las obras más conocidas de la literatura inglesa en la
que se describe a la perfección cómo eran las relaciones de pareja en la
Inglaterra del siglo XIX, llenas de convencionalismos y formalidades. Todo ello
presentado a través de sus dos personajes principales, Elizabeht Bennet y el
señor Darcy que se ven obligados a madurar y aprender de sus errores y
prejuicios para, al final, darse cuenta de que están enamorados.
En sí, ha tenido varias adaptaciones al cine,
la última de las cuales fue estrenada en 2005 y protagonizada por Keira Knightley
y Matthew Macfadyen.
Tanto la película mencionada como la obra en
la que se basa son dos de mis preferidas en cada uno de los géneros a los que
pertenecen. La historia es sencillamente genial.
Desde el primer momento te pones en la piel
de Elizabeht y sigues con ella la evolución de sus sentimientos, sintiéndolos como
propios. A medida que avanza el hilo de la narración aumenta el deseo de que acaben
juntos. E igualmente te sientes impotente y resignada cuando, por las
diferentes vicisitudes, se ven obligados a separarse, llegando a pensar que en
ningún momento acabarán conociendo la verdad acerca de los sentimientos del
otro.
Es verdaderamente frustrante, pero además es
en esa frustración en la que se basa su perfección. Es fácil predecir la historia,
al fin y al cabo es una narración de carácter romántico con un cierto toque de
comedia. Sin embargo, a pesar de que esperas que acabe bien, porque por la experiencia sabemos que estas historias
siempre acaban con el “vivieron felices y comieron perdices”, lo cierto es que
no lo sabes hasta el último momento. Realmente te deja con la intriga casi
hasta el último minuto de la obra.
En el caso de la película, además, tiene otro
aliciente. Y es que en varios momentos esperas que la pareja se bese. Lo
deseas, pero lo cierto es que a lo largo de toda la producción no lo hacen ni
una sola vez. Ni siquiera al final, lo cual parece norma general en este tipo
de films.
Alguien ya dijo en su día que una obra en
general es buena cuando sin hacer mención o referencia en ningún caso (por
mínimo que sea) al sexo, consigue captar y mantener la atención del público y
obtiene además su beneplácito y ovación.
Desde luego, en este caso lo consigue con
creces y no es de extrañar, pues, que sea precedida por tanto prestigio, considerándose
la segunda obra más querida por la sociedad inglesa, y se haya realizado su
adaptación en innumerables ocasiones. Lo cierto es que Orgullo y prejuicio es la
principal fuente de inspiración en la que se han basado otras películas como Bodas y prejuicios, El diario de Bridget
Jones o Tienes un e-mail.
Es un gran relato del cual habría que tener
conocimiento tanto a través de la lectura de la obra de Jane Austen, como de la
visualización de alguna de sus adaptaciones.
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