Domingo de relax. Como el del resto de las
semanas. Por algo se dice que es el día de guardar. Nos tocó, en este caso, la
misa en Las Lajas. Esto es muy importante por la siguiente razón. San Félix,
misa a las 8:00, Las Lajas, misa a las 10:00. Vamos, que no tuvimos que
madrugar (aquí levantarse a las 9 no es madrugar).
Aunque empezamos bien el día, teniendo que ir
a comprar el desayuno porque una familia Ngobe, la de Amado, vino buscando la
ayuda de Bob. Bob no estaba, así que Teresa y yo les regalamos dos mangos, una
piña, un zumo de naranja y un poco de arroz con pollo. Vamos todo lo que
habíamos decidido desayunar esa mañana y hasta un poco más. No nos habríamos
negado, pero ya oír que llevaban caminando desde las tres de la mañana fue el
empujón que necesitábamos para meter todo en una bolsa y salir a comprar más.
El esfuerzo mereció la pena, porque nunca un desayuno me había sabido tan rico.
Después de la misa, también una opípara
comida, generosidad del Padre Julián, quien cocinó para nosotras y la hermana
María un pisto, receta de su madre, que estaba riquísimo. Y como postre, o
segundo plato, el chorizo y el queso que habíamos traído de contrabando. Desde luego
que por hambre no podemos quejarnos.
Sí que es verdad que ese día teníamos que
coger fuerzas porque la hermana Cecilia nos había encomendado una tarea para
esa tarde. Ir al barrio de Silimín con el fin de poner a la congregación un
vídeo acerca de la devoción a la Virgen del Carmen y de su origen, ya que esta
es su patrona. En general se puede decir que fue divertido y que salió bien. Bueno
medianamente. Por una parte hicimos lo que nos había mandado la hermana sin
ningún incidente. Por la otra, no se enteraron de lo que el vídeo quería decir
(tienen un lío bastante grande con las fechas, sobre todo con aquellas que son
antes de Cristo). Lo mejor, la chicha (refresco) con el que pusimos fin a la
tarde.
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