El domingo de esa semana se celebraba en todo
Panamá el día del niño. Sin embargo, el ya costumbre que el domingo los niños
no van a la escuela, por lo que las diferentes escuelas lo festejan a lo largo
de dicha semana. En la escuela de Hato Chamí, en la Comarca, eligieron el
jueves para esa gran ocasión. Así que ese día, para poder disfrutar de tan
grato plan, nos levantamos a las CINCO de la mañana.
A cualquier español de pura cepa esta le
parecerá una hora intempestiva, pero lo cierto es que aquí, en Panamá, no es
nada raro. El caso es que abandonamos la Fundación antes que nadie, incluso aun
siendo de noche, para dirigirnos a la Piquera, que es donde se cogen los 4x4
(que actúan de autobuses) para subir a Chamí. Allí nos había citado Tania,
profesora del colegio que muy amablemente nos había invitado a acompañarla.
A la comarca solo habíamos subido o bien en
un bus de lo más normal o en el carro de la fundación, sentadas en la parte delantera
con Bob. Pero jamás habíamos ido en el pick-up de los 4x4, a lo más estilo
gnobe. Eso sí que fue una excursión. Básicamente consistía en agarrarse a donde
uno pudiera para no acabar fuera del coche. Aparte de por el viajecito en sí,
el trayecto fue interesante por la compañía. Estábamos rodeadas de ngobes. Y el
caso es que oíamos a un bebé llorar pero no lo veíamos por ningún lado. Hasta que
finalmente vemos a una mujer meciendo una bolsa de tela que colgaba del techo. Allí,
no sé si cómodo o incómodo, llevaba a su niño.
Finalmente llegamos a nuestro destino y difícilmente
pudimos celebrar el día del niño básicamente porque se tiró lloviendo toda la
mañana. Con algunos impedimentos y algún que otro acto de imaginación se
pudieron llevar a cabo algunos de los preparativos y actuaciones que tenían
pensados, pero no el típico desfile, que era lo que todos (y especialmente
Teresa y yo) esperaban.
Al final, fuimos nosotras la gran novedad de
la mañana. Desde que llegamos nos pusimos a organizar a los niños para que
participaran en todo tipo de juegos a la española. Os aseguro que no nos hemos
encontrado con tarea más ardua en todo lo que llevábamos aquí. Los niños ngobes
son tímidos por cultura, más que por naturaleza, ya que su tradición se basa
fundamentalmente en no ser muy expresivos. Así que ya se lo pueden imaginar. Era
como hablar con las paredes, nadie contestaba a nuestras preguntas. Eso sí, en
cuanto unos pocos empezaron a jugar, los demás se fueron acercando lentamente. Al
final nos vimos rodeadas de un buen contingente de niños de unos siete años. A los
mayores no les engañamos. Lo cierto es que no pillaron muy bien la base de los
juegos que les fuimos explicando (la gallinita ciega, el escondite inglés, el
hot potato, el pañuelo…), pero daba gusto ver lo bien que se lo estaban pasando
y cómo, cada vez más, insistían para que les enseñáramos alguno nuevo.
Lo más gracioso fue cuando tuvimos que
abandonar el colegio. Acompañándonos un rato fue una niña que había participado
de los juegos casi desde el primer momento. En la mañana no hablaba nada, pero
ay, ya por la tarde. No callaba. Hablaba y hablaba. Teresa y yo la mirábamos
con la boca abierta, muriéndonos de risa. Porque es que no le entendimos
prácticamente nada de lo que dijo. Qué gracia. Parecía tan convencida de lo que
estaba hablando…
Ya como última visita. Nuevamente vimos a
Lily, Zuleca y Elidita. Incluso conocimos a su madre, Elida. No he visto a una
ngobe más habladora en todo lo que llevamos de mes. Por lo que nos han contado,
eso es resultado de la relación que esa familia tiene con Bob.
Entre juegos y trenzas se nos hicieron las
tres (ya era tarde), hora de volver a casa. Cogimos otro 4x4, y lo mejor fue…
que lo cogimos nosotras solas. Nos sentimos tan libres y adultas. Pudiendo hacer
algo sin compañía de nadie más. Y como pueden ver, no nos pasó nada, nadie nos
secuestró, ni nos perdimos, ni tuvimos ningún accidente.
Pero fue llegar y no descansar, porque esa
tarde nos tacaban… ¡MANUALIDADES! Nos habíamos puesto la tarea de hacer un
mural para los ancianos del “Sedán”, para darles una pequeña idea de lo que es
y hay en España. Ciertamente que fue difícil, porque elegir qué cosas de un
país de tanta historia y tradiciones pones en apenas dos trozos de papel, no es
tarea fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario