sábado, 5 de julio de 2014

Día 7

Ese día nos tocaba (por fin), conocer a los niños del colegio de Las Lajas. Entre las dos teníamos que dar clase a seis cursos que iban desde los 6 hasta los 12 años. Al final como no nos poníamos de acuerdo de a quién daría quién, lo echamos a suertes, de tal manera que Teresa se quedó con los peques, primero, segundo y tercero y yo con los mayores, cuarto, quinto y sexto. Nuestro cometido, básicamente dar clases de inglés. Nuestra mayor preocupación, caerles lo mejor posible.
De tal manera que la tarde anterior habíamos estado preparando ejercicios y juegos que podrían gustarles. Comúnmente, ya que lo nuestro es una democracia de dos, decidimos empezar con el abecedario, básico en todo idioma. Yo me preocupé pensando que eso a los mayores les aburriría porque seguramente ya lo sabrían. Aclaración, no tenían ni idea. Es en este punto cuando te das cuenta cómo es la organización educativa incluso en colegios que se podrían llamar “de cierta categoría”.
El lado bueno fue que todas las canciones, los juegos y las actividades que habíamos preparado les encantaron porque nunca las habían visto.
Con respecto a los niños. Para empezar eran penosos. No os escandalicéis, no me refiero a que dieran pena, sino que eran vergonzosos de aquí a la Luna. (Pena en Panamá significa vergüenza). Tanto a Teresa como a mí nos costó Dios y ayuda conseguir que se presentaran en inglés. Sí que es verdad que a medida que avanzaban las clases se volvían más confiados, hasta el punto de que rápidamente podías saber quién era un terremoto. En mi caso, fueron el grupo de quinto los más agotadores, y sin embargo fue con quienes más tiempo pasé. Los de cuarto eran un “amor” como dirían algunas de mis amigas y los de sexto, a pesar de ser los mayores o quizás por esa misma razón, los más tímidos.
Como el lunes pasado, después de estar con los niños, nos tocó visitar a los adultos mayores del “Sedán”, que para ese día habían organizado una excursión a la playa. Fue entonces realmente cuando nos dimos cuenta de que les habíamos caído en gracia, ya que parece ser que por la mañana, mientras nosotras estábamos en la escuela, nos habían echado en falta. “¿Dónde se metieron ustedes?” nos preguntaban al llegar.
Básicamente utilizamos ese rato para recoger conchas. Con ellas pretendemos organizar manualidades para los ancianos. En un principio nuestra intención es que las pinten y que hagan collares con ellas. Pero bueno, una cosa es la intención y otra la acción. No lo digo porque no lo vayamos a hacer, sino porque no estoy muy segura de que seamos suficientemente mañosas. Por lo menos en lo que respecta a hacer los agujeros a las conchas para convertirlas en cuentas de collar.
Lo que me queda por añadir de los ancianos es que, como ya decía el día anterior, no pueden ser más variopintos. Cada uno es un personaje. Unas de las más es la señora Aidé. Esta mujer, ni oye, ni ve, ni camina… eso sí, parece que a veces es víctima de milagros momentáneos. No oye pero esa tarde en la playa, escuchándonos a Teresa y a mí hablando, se metió incluso en la conversación. No ve, pero un día en el autobús fue capaz de decirle a Elvin cuántos caballos tenían delante. Y casi no puede caminar pero cuando le apetece se da buenos paseos, eso sí, a su ritmo, tanto por pequeñas áreas de la playa como por el centro del “Sedán”. Un show de mujer.

Aparte de los niños y los ancianos, uno de nuestros objetivos principales es conocer a un grupo más o menos de nuestra edad (más menos que más), para echar las tardes. Con este fin Teresa y yo nos aventuramos con toda la seguridad del mundo por San Félix. Fuimos dando un paseo hasta llegar a la cancha. Nuestra intención era preguntar para jugar al Voley con quien estuviese. Sin embargo el valor nos fue abandonando por momentos. Y cuando llegamos (conseguimos incluso cruzar la carretera), nuestro ánimo se desinfló como un balón pinchado y volvimos a casa sin conseguir acabar nuestra misión. Parece mentira que una frase como “¿Podemos jugar?” sea tan sencilla de hacer con diez años y tan difícil con veinte. 

1 comentario:

  1. Saraa!!
    Me encanta esta entrada, y me alegro de que te lo estés pasando bien a la vez de aprender un montón de cosas. Que sepas que aquí te vamos leyendo las entradas que haces para saber todo lo que realizas allí.
    Un beso, y aprovecha cada segundo.

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