Ese martes regresamos, ya sí, a nuestra
rutina habitual. Las Lajas, nos tocaba. En general fue un día bastante normal.
El único incidente digno de contar aconteció, cómo no, durante la hora en que
me tocaba la clase con los de quinto. Había llevado, para hacer ese día, un par
de sopas de letras. Nada, no se estaban quietos, no dejaban pensar a la persona
que salía a la pizarra, se levantaban, se movían por la clase… así que me
harté, y muy digna les eché la bronca. Jamás había hecho una cosa parecida,
hasta me puse nerviosa y todo. Pero bueno, por lo menos funcionó y se callaron.
O al menos durante un rato.
Luego con los de sexto. Ian estuvo muy feliz
toda la clase, o al menos el tiempo que le dio por aparecer porque llegó tarde.
Pero Midaisy, otra niña, no. No sé qué le hizo Ian, pero se sentó en su silla y
aunque intenté animarla para que participara, allí decidió quedarse hasta casi
el final de la clase cuando conseguí que se animara un poco. Parece que en esa
aula siempre tiene que haber alguien enfadado. Supongo que será por eso de la
edad del pavo, porque si no yo no me lo explico. Vamos, espero que por mi culpa
no sea.
Ese día, después de salir de la escuela,
hicimos pellas. Estábamos cansadas y aún no nos apetecía ir al “Sedán” con los
ancianos. Así que pasamos de largo y fuimos al Chiricream a por un helado.
Desgraciadamente estaba cerrado. Nos vimos obligadas a conformarnos con uno de
los del chino. Pero bueno, un helado, es un helado y eso siempre se disfruta.
De tal manera que nuestras pellas en realidad
duraron como media hora, más o menos. Ya con el estómago lleno y con las
fuerzas renovadas, nos dirigimos a nuestra tarea de por las tardes. Habíamos
preparado un juego de memoria. Teresa lo llama “qué llevarías a una isla
desierta”. Consiste en hacer una lista, de la que los participantes se tienen
que acordar de todos sus componentes por orden. Una persona dice, “me llevaría
un coco”, y el siguiente tiene que decir “yo un coco y un plátano”. Y así hasta
que todos hayan dicho lo que se llevarían. En un principio parece que les
gustó, aunque no respetaron las reglas del juego del todo. Decían el orden que
les venía en gana, y siempre dejaban olvidado algo de la lista. Digo yo que serán
cosas de la edad.
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